Reforma laboral y medidas económicas.

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El hecho de que ahora a los mercados internacionales se les presente la reforma laboral como una medida expansiva, que sirve como contrapeso a las medidas contractivas basadas en los recortes presupuestarios, es un mero movimiento propagandístico.

El nerviosismo de los mercados financieros de los últimos días es evidente. El mecanismo europeo de estabilidad financiera (EFSF) es insuficiente, incluso con la subida de sus fondos acordada hace unos días, para hacer frente a la crisis española. Posiblemente todos los fondos del EFSF serían absorbidos y serían insuficientes si se desencadenase un ataque simultáneo sobre la deuda pública y sobre la banca española. A mi juicio este es el fantasma (el del ataque simultáneo) que planea sobre España en las últimas semanas.

El problema es que el miedo a la deuda pública española es elevadísimo y la confianza en el Gobierno español nula. Y no se trata de que Rajoy sea mejor o peor que Zapatero. Dejemos esas chorradas para el paletismo nacional, tan amigo de discutir sobre galgos y podencos en lugar de buscar soluciones. La política de Zapatero en materia económica fue continuista con respecto a la del Gobierno Aznar (euro, bajos tipos de interés, crecimiento vía ladrillo) y ésta respecto de la de Solbes, que es quien hizo, en la última etapa de Felipe González, gran parte de la estabilización comprometida en Maastricht.

La política económica de Rajoy es continuista respecto de la de Zapatero desde mayo de 2010, incluida su reforma laboral. Y es que el Gobierno no está aquí, sino en Alemania, que es donde tiene que comparecer Guindos a dar explicaciones para tratar de calmar a los círculos financieros y políticos de Frankfurt en su medio de comunicación favorito, el FAZ. Davies lo explica bien clarito en su artículo del Financial Times, puesto que hoy el poder en la UE está dividido entre Berlín/Frankfurt (eurozona) y Londres (la City, no lo olvidemos), con políticas no coincidentes (aunque tampoco divergentes). El FAZ es el medio de comunicación de Frankfurt y el FT de la City. El tono condescendiente de Davies con los problemas de la eurozona expresa la sensación de superioridad que se respira en la City.

Pero ¿a qué se debe esta inusual atención de los medios internacionales a España?. Lo dice el título del artículo del Washington Post: a que puede arrastrar a toda la eurozona. España es la próxima Grecia, pero en una escala inasumible para el euro. Un comentario de un lector al artículo de Plumer en el Post recuerda la teoría del dominó de 1954 sobre la caída de un país tras otro en manos comunistas. Dice que ahora esa teoría del dominó es aplicable en la eurozona a las crisis de cada uno de los Estados. Y, a propósito de comentarios de los lectores, que suelen ser más inteligentes que en los diarios españoles (y no suelen derivar en intercambios de insultos entre peperos y psoeros), un lector del FAZ comenta las declaraciones del Ministro Guindos diciendo que mientras la fórmula definitoria del PIB (=consumo + inversión + gasto público + exportaciones – importaciones) siga siendo válida, es imposible pensar que España pueda salir por sí sola del atolladero, dado que si se deprime simultáneamente el consumo, la inversión y el gasto público, es irrealista pensar que el crecimiento pueda venir de las exportaciones en tanto en cuanto la tasa de intercambio exterior no se altere radicalmente, lo que solamente puede conseguirse por una devaluación que hoy es imposible por la pertenencia al euro.

Posiblemente por eso los lectores del Washington Post, unánimemente pesimistas como los del FAZ, aseguran que la única solución para España es la salida del euro. Y algunos lectores del FAZ se indignan cuando leen que Guindos dice que España puede salir de sus problemas con sus propias fuerzas y recuerdan que la compra de deuda por el BCE y la ventanilla de liquidez para los bancos son ya una ayuda gigantesca con grandes costes posibles que Guindos no reconoce ni menciona.

En fin, el Washington Post rezuma escepticismo: los países endeudados del Sur no tienen otra alternativa que la austeridad, que les conduce a la depresión económica y son los países del Norte (esencialmente Alemania) quienes tienen la solución en sus manos, a través de una política menos orientada a la exportación y más al consumo (http://xanerrasti.wordpress.com/2012/03/13/el-derecho-del-trabajo-espanol-sacrificado-para-salvar-las-finanzas-publicas-a-corto-plazo-y-la-estabilidad-del-pp/). Pero los inversores se han acostumbrado, gracias a la crisis griega, a las intervenciones extraordinarias del fondo de estabilidad y del BCE y sus decisiones de inversión están condicionadas por la expectativa de tales intervenciones. La crisis del euro, con su historia de indecisiones, incapacidad política y errores dramáticos, amenaza la economía mundial y la preocupación se extiende, con España en el centro.

En tales condiciones y ante lo que pueda ocurrir las próximas semanas, el ministro Guindos aparece en la portada del FAZ para asegurar que España tiene un plan y que al lado de la austeridad presupuestaria también tiene estrategia de crecimiento. Pero en ese sentido solamente ofrece la reforma bancaria y la laboral y anuncia nuevas medidas liberalizadoras, lo cual, por razones que ya analizaré, resulta totalmente inverosímil, pero como sin un cambio de política en Alemania no hay nada que hacer, no cabe sino mantener el discurso, por poco que convenza a los inversores. O sea, que volvemos a lo que ya dije en un artículo anterior: no hay pacto social posible por razones de pura imagen internacional (http://xanerrasti.wordpress.com/2012/03/13/el-derecho-del-trabajo-espanol-sacrificado-para-salvar-las-finanzas-publicas-a-corto-plazo-y-la-estabilidad-del-pp/).

Por lo demás, resulta  erróneo  conferir a la misma efectos expansivos, como supuesto contrapeso de los recortes presupuestarios. El mismo Gobierno ya ha reconocido que la reforma laboral, al menos durante los primeros meses o años, destruirá empleo. Por eso el hecho de que ahora a los mercados internacionales se les presente la reforma laboral como una medida expansiva que sirve como contrapeso a las medidas contractivas basadas en los recortes presupuestarios es un mero movimiento propagandístico, que parece destinado a unos inversores a los que se considera escasamente informados o con corta inteligencia.

Evidentemente esa nueva presentación de la reforma laboral como medida expansiva es insostenible: se supone que dicho carácter lo tendría porque fomentaría la contratación, gracias a las mejores condiciones de los empresarios para ello. Pero es obvio que los empresarios no contratan trabajadores para mantenerlos, sino por la expectativa de beneficios. Y si no existe esa expectativa, debido a la situación contractiva, la mayor facilidad para despedir y para bajar salarios no se traducirá en contratación (algo que solamente vendrá con un ciclo expansivo), sino en despidos y bajadas de salarios. Y las dos medidas, aplicadas en gran escala, como se teme que ocurra, tienen una naturaleza obvia de contracción del consumo privado que agrava la espiral provocada por los recortes presupuestarios.

No olvidemos tampoco que la inestabilidad laboral, provocada por una mayor facilidad para el despido sin una derogación correlativa de la contratación temporal, afecta a las decisiones de gasto de las familias, por lo que en un mercado laboral basado en la inseguridad sobre el futuro de los ingresos el efecto multiplicador de cualquier medida de expansión será menor.

Si dejamos de lado la propaganda, lo cierto es que los dos objetivos de la reforma laboral (despido más barato y más fácil y rebajas salariales) nada tienen que ver con una política (expansiva o no) del Gobierno, sino con una imposición europea y alemana, en la misma líneas que los recortes presupuestarios. La política del Gran Ajuste que Alemania ha impuesto a los Estados del Sur (y Rajoy está siendo un alumno aventajado) va a terminar con el hundimiento de la renta per cápita de estos Estados. Estamos en la periferia, política y económica, de la zona euro y ese es el papel que se nos ha adjudicado. El resto es, como digo, propaganda para mantener a la clientela engañada

Alfredo Pérez Hauer